«El instrumento ideal del jazz sería aquel que reuniera la fuerza expresiva de la trompeta y la agilidad del clarinete. El saxofón es el único instrumento que poseía ambas cualidades». Con esa perfecta concisión Joachim E. Berendt resumía las razones por las cuales el saxofón se convirtió en la columna vertebral del jazz. Y de hecho, si en este género musical hubo un pionero llamado Louis Armstrong que tocaba la trompeta, a su lado ya había un saxofonista, Sidney Bechet, no menos visionario; y las posteriores revoluciones del jazz fueron protagonizadas por dos saxofonistas, Charlie Parker primero, en los años cuarenta, y John Coltrane dos décadas más tarde, en los sesenta.
Aunque el invento más célebre de Adolphe Sax llegó a la música de concierto envuelto en cierta polémica, el jazz lo acogió casi desde el principio con los brazos abiertos. Hay noticias de saxofonistas de jazz en los años diez del siglo XX. Esto sucedía estando el género todavía en sus primeros rudimentos. La verdadera eclosión del saxofón jazzístico tuvo lugar tras la Primera Guerra Mundial. Fue después de que muchos jóvenes soldados estadounidenses lo conocieran en el frente europeo. Se lo llevaron de vuelta a su país (en la vieja Europa, como sabemos, el saxofón jugó un papel destacado como instrumento de banda militar primero y de bandas civiles más tarde, antes de llegar a la música popular). Así sucedió al mencionado Bechet, clarinetista de origen, que descubrió el saxofón soprano en Londres y lo adoptó hasta convertirlo en su principal instrumento.
En todo tipo de música
Hoy en día el saxofón es un instrumento plenamente integrado en todo tipo de música, en buena medida gracias a la influencia del jazz. Por un lado, la moda jazzística se hizo sentir en la música europea de los años veinte, a través de Ravel, Stravinski, Milhaud, Weill, Krenek o Schulhoff entre otros. Años más tarde, la vanguardia se miró en el jazz para romper con los moldes académicos, y la forma «heterodoxa» de tocar instrumentos como el saxofón (sobreagudos, gruñidos, armónicos, golpes de la lengua contra la caña…) fue incorporada a sus obras por los compositores eruditos.
Por otra parte, toda la tradición del jazz revirtió en el blues urbano y en sus diversos herederos. El rhythm and blues, el soul o el rock and roll, en cuyas formas primitivas el saxofón jugaba un papel tan importante como la guitarra. Si hubiera que elegir un instrumento que caracterice y resuma la música del siglo XX, seguramente nos inclinaríamos por el saxofón.
Un icono musical y visual
El triunfo musical del saxofón tuvo su correlato en su éxito como objeto bello. Adolphe Sax regaló al mundo un puñado de sonidos nuevos. También regaló una familia de instrumentos que nos seducen por su aspecto de máquina poderosa. La silueta curva del saxofón tenor comenzó enseguida a llamar la atención de artistas plásticos y publicistas estadounidenses. En los años veinte, durante la llamada Era del Jazz, lo adoptaron como estrella visual de la nueva música ligera.
Y a partir de los años cuarenta la industria discográfica comenzó a trabajar con la cartelística moderna. El saxofón demostró de nuevo todo su potencial gráfico. De este modo, el saxofón no es solo el instrumento por excelencia del siglo pasado. Es también uno de sus iconos visuales más característicos.
Texto de: Jorge García. Documentalista musical y crítico de jazz.